Los proyectos pueden contar con un plan de trabajo detallado; todo el equipo puede estar trabajando de forma coordinada, las cosas pueden estar avanzando adecuadamente, pero inesperadamente algo sucede, el proyecto se sale de los rieles y nos preguntamos: ¿qué fue lo que pasó?
La respuesta: no estamos gestionando los riesgos.
Un riesgo es una situación que, en caso de presentarse, tendrá impacto sobre el tiempo de ejecución de un proyecto, su costo presupuestado y/o la calidad de sus entregables.
Un buen gerente de proyecto debe estar preparado para cualquier contingencia y constantemente debe preguntarse: ¿qué pasaría si ...?
Existen dos procesos clave para gestionar los riesgos:
La mitigación es el proceso de identificar, clasificar, evaluar, preparar el plan de respuesta y de monitorear el riesgo; todo esto se lleva a cabo para tratar de evitar que el riesgo se presente y estar preparados en caso de que así suceda.
La mitigación inicia con la evaluación del proyecto, continúa a lo largo de la planeación y ejecución y termina con el cierre de éste.
La respuesta es el proceso de ejecutar el “plan de respuesta” previamente establecido en caso de que el riesgo se presente, la ventaja de contar con este plan es que sabemos exactamente qué es lo que hay que hacer y quién es responsable de hacerlo.
Es muy importante que todas las acciones relacionadas con la gestión de riesgos queden claramente documentadas para que se conviertan en lecciones aprendidas y que en el futuro nos permitan contar con procesos de mitigación y respuesta más eficientes y eficaces.
Hay otros factores que pueden destruir tu proyecto, conoce más de esta serie:
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